Andrea Zanon expresa sus reflexiones sobre los impactos y resultados de la Cumbre G20 (from El Mundo Financiero)
Esta cumbre tenía una tarea más desafiante de lo habitual, dado que la economía global perdió más de $8 billones en PIB desde el comienzo del Covid en 2020. Además, esta cumbre se convirtió en la ceremonia de apertura de la Cumbre del Clima COP26 que comenzó el 1 de noviembre en el Reino Unido. El G20 fue establecido en 1999 como un foro de consulta para las economías más grandes, dando también una visibilidad mayor a los países no incluidos en el G7. El G20 (normalmente liderado por los Ministro de Finanzas y los gobernadores de los bancos centrales) tiene como objetivo garantizar que la comunidad internacional esté coordinada en sus esfuerzos para crear un sistema financiero sólido, y al mismo tiempo promover la sostenibilidad y el desarrollosostenible.
El G20 incluye 19 países más la Unión Europea. Estos países representan aproximadamente el 90% del PIB mundial, el 80% del comercio mundial y el 74% del total de las emisiones de carbono. Varios países clave del G20, que incluyen, Brasil, China, Japón, México, Rusia, Arabia Saudita y Sudáfrica no asistieron presencialmente a la cumbre. China es el mayor emisor de carbono mayor al mundo, y Arabia Saudita y Rusia, respectivamente, son el segundo y tercerproductor de petróleo más grande del mundo. Su ausencia en Roma envió un mensaje negativo en cuanto a sus compromisos hacia la gestión de la crisis climática global.
Qué pasó en Roma
Aunque las reuniones del G20 en Roma ayudaron a consolidar el buen “momento” sobre la urgencia de la crisis climática (ayudada también por el liderazgo del Primer Ministro Draghi), los líderes del G20 no consiguieron dibujar juntos una hoja de ruta clara para acelerar la descarbonización y la resiliencia climática globales.
Tres de los temas clave en la agenda climática del G20 y que continuarán siendo debatido en la reuniones de la COP26 en Glasgow son reducir las emisiones de gas metano, eliminar gradualmente la producción de energía a base de carbón y confirmar inversiones de $100.000 millones al año en finanza verde para los países en desarrollo. Estos son tres puntos claves para mantener “vivos” los objetivos de reducción de las emisiones de carbono a cero para el 2050.
Reducciones de las emisiones de gas metano
Un área en la que el G20 tenía como objetivo encontrar consenso, es el compromiso de reducir las emisiones de metano de un 30% para 2030 en comparación con los niveles de 2020. Estono solo es alcanzable, sino que también es priorizado por algunos de los productores energéticos más grandes del mundo como Estados Unidos, Canadá y Arabia Saudita. Este es un esfuerzo de mitigación que se puede conseguir de manera rentable, esencialmente capturando el gas natural que se quema en la atmósfera por razones de seguridad. Esto ahorraría al planeta al menos 0,2 °C (0,36 °F) de calentamiento para 2050.
El gas metano es por lo menos 84 veces más potente en términos de calentamiento global que el CO2. El G20 reconoció que las emisiones de metano “representan una contribución significativa al cambio climático”, pero no aprobó la propuesta conocida como el “Global Methane Pledge” o sea, el compromiso global para la reducción de las emisiones de metano.
Australia además se ha negado a firmar.
Invertir en financiación climática en países en desarrollo
Uno de los puntos de negociación debatidos en Roma ha sido el compromiso de los países ricos de cumplir con su inversión de 100.000 millones de dólares al año para la finanza verde, tal como fue acordado en el Acuerdo de París en 2015.
Estas inversiones tienen como objetivo reducir las emisiones y aumentar la resiliencia de los países más vulnerables. Este debate es complicado sobre todo porque el riesgo climático todavía es percibido por muchos como un riesgo de baja probabilidad.
Piense por ejemplo, en el plan de inversión en infraestructura de USA de $3.5 billones de dólares (con miles de millones de dólares destinados a la agenda climática), que está siendo bloqueado por 2 senadores de Arizona y West Virginia porque no tienen el apoyo de los ciudadanos de estos estados.
Lo que quiero decir es que las decisiones para las inversiones globales verdes serán decididas localmente en cada país. En este contexto, el G20 en Roma no ayudó a acelerar la formalización de los compromisos para el desembolso de estos 100 mil millones de dólares ytendremos que esperar hasta 2023 para que estos compromisos se materialicen.
Eliminar gradualmente la producción de energía de carbón
Los líderes del G20 se comprometieron a poner fin a la financiación pública internacional para proyectos nuevos de generación de energía a carbón para fines de 2021. El G20 confirmó sudeterminación de seguir impulsando las finanzas internacionales para las inversiones verdes.
El G20 continuará dando prioridad a este debate sobre la eliminación gradual del carbón para garantizar que los esfuerzos de reducción de emisiones de carbono se aceleren. Sin embargo, el G20 no confirmó una hoja de ruta concreta para la eliminación total de la generación eléctrica a carbón. Además los países del G20 no se comprometieron a dejar de construir nuevas centrales eléctricas de carbón.
Andrea Zanon considera que, en general, la cumbre del G20 hizo poco para avanzar las tomas de decisiones para resolver los desafíos climáticos más urgentes. Al hacer un balance de los resultados de la Cumbre del G20 en Roma, lamentó afirmar que ninguno de los compromisos del G20 representan pasos eficaces y creíbles para alcanzar los objetivos de cero emisiones para el 2050.
El G20 se quedó corto en todos sus ambiciones de descarbonización y resiliencia. Esto quedó bien plasmado en un mensaje de 31 de octubre del secretario general de la ONU que dijo “Me voy de Roma con mis esperanzas incumplidas”. Andrea Zanon aclara que es importante notar que solo doce miembros del G20 se han comprometido a alcanzar emisiones cero para 2050, lo que significa que casi el 50% de los países responsables de la mayor parte de las emisiones globales no están listos de implementar lo que acordaron en París en 2015.
En fin, asegura Andrea Zanon, el experto en estrategias de resiliencia, “vamos a tener que trabajar mucho más para reducir los riesgos climáticos, y considero que el sector privado va a tener que jugar un papel más importante para ayudar a los políticos a liderar estos desafíos”.
*Andrea Zanon es asesor de Estrategia y Resiliencia Ambiental, Social y de Gobernanza (ESG) y ha asesorado a más de 15 ministros de Finanzas y a más de 100 corporaciones globales sobre cómo desarrollar países y sociedades con más resiliencia.